El boxeo amaneció distinto tras el anuncio del retiro de Terence “Bud” Crawford, uno de los peleadores más completos, dominantes y técnicamente brillantes de la era moderna. A los 38 años, y con un récord perfecto de 42-0 (31 KO), el estadounidense decidió poner fin a su carrera profesional, tal como confirmó en un mensaje público donde afirmó que se marcha “sin nada más que demostrar”. Su salida marca el cierre de una trayectoria histórica que lo convirtió en un referente absoluto del deporte y en un campeón transversal a múltiples divisiones.
Aunque su legado abarca cinco categorías de peso y tres reinados indiscutidos, un logro sin precedentes en la historia del boxeo masculino en la era de los cuatro cinturones, su paso por la Asociación Mundial de Boxeo (WBA) dejó huellas profundas. Crawford no solo conquistó títulos avalados por el organismo, sino que también protagonizó algunos de los momentos más significativos de la WBA en la última década, consolidándose como uno de los campeones más respetados dentro de su estructura.
Su dominio en las divisiones superiores, especialmente en supermediano, lo llevó a capturar el cinturón WBA como parte de su hazaña monumental frente a Canelo Álvarez, una victoria que lo consagró como campeón indiscutido de las 168 libras y que fue catalogada como una de las actuaciones más impresionantes de su carrera. Ese triunfo lo elevó al estatus de leyenda.
Crawford también formó parte de la élite de campeones WBA en etapas previas. Fue campeón del organismo en divisiones como welter y superligero, donde su consistencia, disciplina y capacidad de adaptación lo convirtieron en un campeón difícil de igualar. Su estilo, una mezcla de inteligencia táctica, precisión quirúrgica y una habilidad única para cambiar de guardia, lo mantuvo invicto durante 17 años de carrera profesional, un logro que pocos boxeadores de cualquier época han podido alcanzar.
El estadounidense se retira como cinco veces campeón mundial, tres veces campeón indiscutido y uno de los pocos peleadores en la historia en conquistar títulos en cinco divisiones distintas. Su impacto trasciende los cinturones: redefinió lo que significa ser un boxeador completo, elevó el estándar competitivo y demostró que la grandeza también puede construirse desde la constancia y la evolución técnica.
En su mensaje de despedida, Crawford dejó claro que se marcha en sus propios términos, con su legado intacto y su salud preservada, algo que él mismo describió como “la victoria más importante” de su vida. Su retiro no solo cierra una era, sino que abre un vacío difícil de llenar en el boxeo mundial.
La WBA pierde a uno de sus campeones más emblemáticos, pero su nombre quedará grabado en la historia del organismo como símbolo de excelencia, disciplina y grandeza deportiva.
