No hubo tiempo para dudas. Ni para estudio. Ni para tregua. Cristina “La Piccolina” Navarro salió al ring del Pabellón Siglo XXI de Zaragoza con una sola idea: terminar rápido. Y lo hizo.
En apenas 58 segundos, la zaragozana conectó cuatro golpes certeros que enviaron a la lona a la venezolana María Milano, sellando un nocaut fulminante y quedándose con el cinturón WBA Iberoamericano del peso mínimo.
El público apenas se acomodaba en sus asientos cuando la pelea ya había terminado. Navarro entró con decisión, presionó desde el primer segundo y no dejó respirar a su rival. Un par de cruces, un upper demoledor y la historia estaba escrita.
La tormenta que cayó sobre Zaragoza esa noche parecía un reflejo del vendaval que desató “La Piccolina” en el ring. El estruendo afuera se mezclaba con los gritos adentro. El cinturón, ahora, descansa sobre sus hombros.
Este triunfo no solo le da un título. También le devuelve impulso tras su ajustada derrota por puntos ante Sara Bailey en Canadá, cuando rozó el campeonato mundial. Ahora, con el oro iberoamericano en su poder, Navarro vuelve a mirar hacia arriba.









